Pasan las horas de entrenamiento, has tenido un mal día. Llegas al vestuario con una cara entre resignación y decepción. No entiendes cómo llegando a niveles tan extremos de cansancio, donde pones tu cuerpo y mente al otro lado del infierno, has tenido un mal día. Has tenido un mal día, sí. Pero sigues nadando, ¿por qué?.
Por qué te levantas, si un mal día te espera. ¿Quizá porque tienes esperanza de volver a ser quien eras? ¿Quizá porque tus objetivos te tienen atrapado? ¿Por qué? Probablemente no lo sepas. Ni yo, eso con total seguridad. Pero quizá sí lo sepas, y el dolor te impida verlo. Porque sí, has tenido un mal día, y lo sabes. Pero sigues, y sigues. ¿Es en ese día en el que te haces nadador? Porque vale, quizá la medalla te hace mejor nadador, el récord te hace mejor nadador e incluso un gran campeonato te hace mejor nadador, pero… está claro que seguir en un mal día no te hace mejor nadador, te hace NADADOR.
Ni con el mayor conocimiento de palabras podría describir lo loco que estás. ¡A quién se le ocurre hacer tantos metros para luego tener un mal día! A ti, sin duda. Y créeme, porque si no me crees sí estarás loco: eso te hace ser NADADOR. Qué deportista puede decir que (y en un país discapacitado por un sólo deporte) sin casi medios para entrenar, sin apenas condiciones para desarrollar día a día el enorme potencial que esconde, ”entrenar horas, horas, horas y horas es mi día a día, porque no concibo el día sin horas de natación”. ¡Estás loco! Pero eres especial, porque cada medalla que pierdes es un valor más que demuestras al mundo, cada mínima que se queda por el camino es un valor más que demuestras al mundo. Cada lesión, cada mal día, cada enfado… es un valor más que demuestras al mundo porque, y estarás conmigo, CONTINÚAS. Aún no me ha quedado claro por qué continúas, quizá porque has nacido para demostrar valores deportivos y éticos al mundo, quizá porque has nacido para ganar medallas o quizá porque, simplemente, eres nadador.
No pierdas la esperanza, porque cada segundo de entrenamiento es un paso más para sumar en tu vida. En un mal día te estás haciendo nadador, y en buen día, exactamente lo mismo. Los hay que abandonan y luego vuelven, los hay que triunfan desde pequeños y los hay que saben esperar y su éxito llega tarde, pero llega. Quizá no tengas las mejores condiciones físicas para triunfar, pero tienes condiciones físicas, y por tanto, puedes triunfar. No te falta nada, te levantas a las 5 a.m. porque el agua es tu cama y la piscina tu casa. Te sientes a gusto, a pesar de tener un mal día. No te planteas lo del mal día, porque al día siguiente vuelves a estar en el agua. ¿Por qué? Quizá porque eres NADADOR.
Cada momento de éxtasis, de alegría, de llorar por todo el trabajo realizado merece la pena. Porque aunque sufras 364 días, si el último es para alcanzar lo que en tu mente imaginabas y soñabas, entonces, vale la pena. Porque no luchas por nada. Cada brazada es un metro de tu filosofía de vida, esa que te hace ser NADADOR.
Gracias a:
Rafa Castellano
Fuente:
diasdeagua